15 junio 2015

El día que levité.




Un día levité y no fue fácil. Todo empezó como un pasatiempo en el paseo marítimo frente a un mar gris y un cielo lloviznón. Lo resolví inclinándome progresivamente hacia un costado para desplazar mi centro de gravedad e ir reduciendo al mínimo la superficie de mi cuerpo en contacto con el suelo. Tras casi una hora peleando mi equilibrio milímetro a milímetro, alcancé un ángulo imposible a partir del cual la fuerza de gravedad se fue plegando sobre sí misma y empecé a elevarme como si mi cadera basculara sobre un eje de fuerza transversal a la línea del suelo.

Me agarré a una farola para tomar aire, asustado y eufórico perdido. Al soltarme conseguí enderezarme y mantenerme en el aire a poco más de un metro y medio del suelo. Levitaba sin control, ligero e irregular como un globo...

Me desperté sereno, sin cargas, en paz con el mundo. Aliviado por haberme liberado de una angustia más vieja que yo y que desconocía albergar.

No he vuelto a levitar en sueños, al menos de esa manera tan descriptiva. A veces, cuando he llevado mi cuerpo a situaciones límites de fatiga, en las cabezadas he experimentado vuelos supersónicos o caídas en picado tipo Juan Salvador Gaviota, zambulléndome en paisajes tremendamente realistas, ricos y hermosos que estimulaban mis cinco sentidos a mil.



Connan Mockasin - Faking Jazz Together. (Forever Dolphin Love - Phantasy Sound / Because Music 2012)

* fotografía © Aaron Siskind



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