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27 abril 2015

Héroes de Lampedusa


[...]
Pendant que la marée monte
Et que chacun refait ses comptes
J'emmène au creux de mon ombre
Des poussières de toi
Le vent les portera
Tout disparaîtra mais
Le vent nous portera


[Le vent nous portera]
Noir Désir, álbum "Visages des Figures", 2001.




Versión interpretada por Sophie Hunger - Le vent nous portera, Two Gentlemen Records, 2010.

Vídeo extraído del filme Terraferma, una coproducción italo-francesa dirigida por Emanuele Crialese en 2011. Drama sobre la inmigración y la pesca, ambientado en la isla de Linosa que junto a Lampedusa, forman parte del archipiélago de las Pelagias en el canal de Sicilia.


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10 marzo 2015

ESCAPISMO

Llegan tiempos electorales y con ello el empacho estéril de las disputas políticas: anuncios, exaltaciones, ninguneo, choriceo, acusaciones, agravios, chismes, bulos, rumores, desmentidos, promesas que no valen nada (como cantaban Los Piratas)... es el ombliguismo de una clase política sobreexcitada que pierde precisamente su clase jaleada por los medios de comunicación (quienes también juegan sus bazas). Ante tal barrunto y a fin de preservar mi ya desgastada paciencia emocional, me hago el japonés y practico el escapismo.

Luego, sus señorías, agárrense los piños que ya echaremos cuentas.


indigo jam unit - Escape, de su álbum Independent (Basis Records, 2011)




Indigo Jam Unit es una banda de nu jazz, formada en Osaka, Japón, en el año 2005. El grupo se caracteriza por emplear dos líneas rítmicas y por grabar sus discos en vivo en el estudio, sin overdubs, y con la menor post-producción y edición posible.

* enlace: indigo jam unit




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13 diciembre 2013

Trabajo, corrupción y los Nuevos Aristócratas.

Por Joe Palmer.


El invento más revolucionario de la humanidad no fue la elaboración de utensilios, ni la cerámica, ni siquiera la agricultura. Fue el trabajo. Hasta entonces, los humanos o cazaban o padecían hambre y si tenían la barriga llena, se quedaban en casa. Luego algún listillo, posiblemente el primer político, decidió que él ya no cazaría (a no ser que fuese por placer) ni cultivaría verduras (eso ni por placer) sino que obligaría a que otro lo hiciera por él. ¡Había inventado el trabajo! Había inventado la explotación de un ser humano por otro. En vez de cazar personas y comérselas, era mucho más eficiente ponerlas a trabajar. Desde ese día, la actividad humana se ha centrado en la creación de nuevos sistemas, cada vez más eficientes, para lograr tal fin: el sistema tribal, el feudalismo, la monarquía, el capitalismo y el comunismo entre tantos otros.

Sin duda, el lector discrepará argumentando que el trabajo no es necesariamente “explotación” sino “cooperación” e incluso “especialización”: el medio que permite a una sociedad satisfacer las necesidades de sus miembros y progresar tanto socialmente como material, técnico y artísticamente. Desgraciadamente, la historia no confirma tales aseveraciones, por lo menos totalmente: los cazadores-recolectores necesitaban (y necesitan) menos tiempo y menos energía para la obtención de sus alimentos y la satisfacción de sus necesidades que lo que necesita el oficinista medio de hoy en día. Los grandes artistas que decoraban las paredes de las cuevas de Lascaux hace treinta mil años no eran especialistas venerados expuestos en el Tate y cuando muertos usados (sus obras) como refugio de capitales de dudosa proveniencia. No. Nos han tomado el pelo. El trabajo no nos ennoblece ni nos proporciona libertad, como han querido hacernos creer. Cumple esa función para aquellos pocos elegidos que precisamente no trabajan. Y así ha sido durante varios milenios: a la gente se nos ha obligado, mediante la fuerza o el engaño, a producir un excedente a cambio del dudoso privilegio de pertenecer a una compleja sociedad estratificada en la cual hemos mantenido en la opulencia y ostentación a una aristocracia y en menor medida a unas fuerzas armadas, además de un sistema jurídico y una hueste de administradores cuya tarea nunca ha sido otra que la de defender los intereses de esa aristocracia.

No pretendo decir que no necesitamos líderes, científicos, docentes, banqueros, artistas, jueces y administradores: si pretendemos vivir como humanos gregarios, sí que los necesitamos. Sólo quiero poner los puntos sobre las íes.

La tecnología es un indicador bastante acertado en cuanto al grado de “progreso” de una sociedad, ya que da una idea de la subordinación del individuo frente al sistema. Un ejemplo: cuando yo era un chaval, los gitanos venían de casa en casa vendiendo las pinzas para la ropa que elaboraban. Eran trozos de ramitas de fresno de unos doce centímetros de largo y de un dedo de gordo. Estaban hendidos a lo largo hasta la mitad donde tenían clavada una anilla de metal. Un gitano probablemente podría hacer unos diez o veinte en una hora. Hoy, las pinzas para la ropa son dos pedazos de plástico unidos por un muelle y probablemente no las toca la mano del hombre en toda su producción y distribución. No hay placer ni incentivo ni orgullo en el trabajo del operador de la factoría donde se fabrican. Si tomamos todo en consideración, quizás mil pinzas de las modernas representan una hora / hombre de trabajo. Esto lo llamamos “productividad”: evidentemente una devaluación de la actividad humana. La tecnología aumenta la productividad, devalúa el trabajo y destruye el empleo existente. El individuo se vuelve aún más dependiente y en consecuencia, pierde un pedazo más de su pequeñita parcela de libertad. La productividad (y su prima la competitividad) no tiene nada que ver con el valor añadido.

Hace poco oí de la boca de un sindicalista la expresión “la democratización del trabajo”. Esto es, naturalmente, un despropósito, una contradicción intrínseca. Lo que ocurre desde hace algún tiempo y paralelo al desarrollo de la tecnología, lento al principio, más rápido después de la Segunda Guerra Mundial y a una velocidad vertiginosa en los últimos veinte o treinta años, es la democratización de la aristocracia. Siendo los últimos miembros visibles de la aristocracia poco más que reliquias seniles y las familias reales diluidas con sangre de dudosa emprendeduría y bajo sospecha, se ha creado un vacío en la cima de la pirámide social. Y hay una carrera para apuntarse y aprovecharse, mientras se pueda, del excedente generado por el trabajador.

Pero los sindicalistas no son los únicos en usar el concepto de “democracia” de forma algo imprecisa. También he oído a un político nombrar las elecciones como “la fiesta de la democracia” y quedarse tan pancho. Hoy solemos usar esa la palabra para decir algo como “el gobierno según la voluntad del pueblo”. Sin embargo, nosotros el pueblo, nos caracterizamos por la poca disposición a expresar nuestra voluntad: poco más de la mitad de los potenciales votantes acudimos a las urnas, en gran medida porque preferimos delegar la formación de nuestras opiniones a la televisión, la prensa, los partidos y políticos que se supone que nos representan (después de todo es más bien engorroso considerar todas las implicaciones de cada plan de acción). Y éstos, aunque fueran capaces de interpretar la ingente cantidad de información que disponen, están naturalmente más interesados en ocupar y permanecer en los vacíos dejados por el colapso de la aristocracia que en usar esa información en beneficio del pueblo.

Creo que nunca ha habido una democracia en el sentido que le damos. Sencillamente porque nunca tuvo ese significado. Incluso en la Grecia clásica, “la cuna de la democracia”, era un eufemismo para “el gobierno de los que mandan”. La palabra (demos + kratia) significaba algo como el “poder del pueblo” (parece lo de “dictadura de las masas”¿verdad?) pero los que tomaban las decisiones fueron precisamente los que no trabajaban, la aristocracia – “los mejores más poderosos”, otra palabra griega compuesta – quienes vivían del excedente creado por los campesinos, mercaderes, artesanos y especialmente por sus esclavos. Bertrand Russel dijo algo así como que el absolutismo no puede existir sin servidumbre. Lo que pasa es que todo gobierno es inevitablemente y hasta cierto punto absolutista, sea Luis XV, la democracia griega, un politburó comunista, el Papa, una monarquía parlamentaria, una república constitucional … Lo que con toda probabilidad significa que tenemos que hacernos a la idea de que en una sociedad humana organizada siempre habrá algún grado de servidumbre, hoy maquillada de productividad y competitividad.

El otro día, alguien se quejó de cómo la riqueza de su comunidad había sido derrochada y malversada por los políticos y sus compinches, empresas públicas, funcionarios y administradores a todos niveles. Una pregunta relevante es ¿Acaso pretenden desangrarnos deliberadamente a todos? ¿Se han propuesto llenarse los bolsillos esquilmando de manera descarada la remuneración de los trabajadores? Creo que no. En el pasado uno era aristócrata por haber nacido en una familia aristócrata, es decir, porque tu padre lo era. Hoy te conviertes en aristócrata trepando por una escala empinada e insegura de la Administración, o preferiblemente de un partido político, hasta conseguir que te acepten y te concedan “un puesto de autoridad”. Este ascenso requiere muchísima astucia (no necesariamente inteligencia), perseverancia, una sumisión total a la ideología prevaleciente y un abnegado servilismo hacia los que están en lo más alto de la escala. Una vez arriba, como miembro de la Nueva Aristocracia, se te promocionará de cargo en cargo hasta que superes tu umbral de incompetencia donde, igual que a tus predecesores, te dejarán sin efecto, sin necesidad de tomar decisiones: éstas se tomarán en tu nombre y bajo tu responsabilidad por fuerzas invisibles e innombrables. De hecho, todo el proceso parece estar diseñado para moldear tu mente en asumir tu papel de aristócrata, uno de “los elegidos”, y te lo acabas creyendo de verdad. No hay prueba más convincente de ello que las absurdidades condescendientes proferidas (articuladas no es la palabra) por los portavoces del gobierno de turno y los partidos.

El Nuevo Aristócrata, y el Nuevo Aristócrata en ciernes, recibe un salario. Normalmente un salario bastante aceptable y una vez en un “cargo relevante”, un salario muy bueno. Recibir un salario implica que tiene un empleo pero los aristócratas no trabajan para ganar dinero. Son otros los que trabajan para mantenerlos. Así, el Nuevo Aristócrata se enfrenta a un dilema esquizofrénico que resuelve simplemente separando mentalmente el trabajo (por lo que se le paga) de lo que él ve como sus derechos como aristócrata, personificado en el cargo que ostenta.

Si por ejemplo, los ingresos del partido son mayores que los gastos del partido, la diferencia se reparte entre los Nuevos Aristócratas miembros del partido. Si tiene el poder de conceder un contrato a una empresa, no deja de ser natural que la empresa le muestre su gratitud por ello. Si los gastos de viaje se pagan, será en virtud del cargo y no por el trabajo realizado y por lo tanto, deberían pagarse aún sin cometido y/o si los miembros de la familia del Nuevo Aristócrata viajan también. Si compra barato un terreno y luego lo vende con pingües beneficios, no ha incurrido en ninguna irregularidad: el Nuevo Aristócrata (o en situaciones extremadamente delicadas, su señora) es quien ha realizado la compraventa. Como currante en el ayuntamiento, desasociado de su alter ego como dueño de la propiedad, no hizo sino su trabajo al firmar la recalificación del terreno. Etcétera.

Lo que el Nuevo Aristócrata hace en cada uno de estos casos es evidentemente apropiarse de dinero del contribuyente para su beneficio personal, evitando obviamente darlo a conocer ni pagar impuestos por ello. Para el ciudadano de a pie esto es corrupción pero para el Nuevo Aristócrata no hay nada censurable en lo que ha hecho: es su prerrogativa como aristócrata, él es uno de los “elegidos”. Nada que ver con el fontanero que pregunta “¿Con o sin IVA?” O el que solicita un subsidio al que no tiene derecho. Éstos saben que “hacen mal” mientras que el Nuevo Aristócrata, si ve algo mínimamente censurable en sus propias acciones, ese algo es que otros hayan podido atribuir esas “plusvalías” a su remuneración por su trabajo y, por lo tanto, sujetas a impuestos. Esta visión un tanto particular de las cosas explica la insistencia del Nuevo Aristócrata en sólo reconocer su culpabilidad a golpe de sentencias judiciales firmes. Además éstas tardan en producirse y siempre cabe la posibilidad de que el juez también esté trepando por una escala paralela o que haya llegado a la cima de la suya. (2)

También las instituciones nacionales e internacionales nos aportan evidencias de lo que he descrito. A determinados Nuevos Aristócratas (si poseen conocimientos en algún campo en particular se les llaman “tecnócratas”), sin tener en cuenta en lo más mínimo sus dudosas trayectorias previas, se les nombran digitalmente para cargos de relevancia en, por ejemplo, organizaciones monetarias o incluso son impuestos desde fuera como primer ministro en una nación desacreditada. Eso es, siempre y cuando sólo se trate de asuntos financieros. ¡Otra cosa son los escándalos sexuales!

Creo que queda bastante claro que a mí no me gustan los Nuevos Aristócratas y que no apruebo su corrupción. Pero no creo que sean intrínsecamente malvados, sólo son personas propensas a trepar esa escala, igual que la enseñanza o la investigación científica parecen atraer a personas de un carácter específico. En el pasado, las sociedades se han vuelto contra sus aristócratas abusivos, muchas cabezas han rodado y familias enteras se han enfrentado a los pelotones de ejecución. Pero lo que ha venido después nunca ha sido alentador.

Joe Palmer, 2013.


"Productividad"

Baraka es un film-documental dirigido por Ron Fricke en 1992.

Notas del autor:
(1) Escribí la primera versión de estas ideas en marzo de 2013 para lectores de habla inglesa. Un lector español notaría en seguida que estoy hablando de lo que ocurre en España. Sin embargo, creo que el mismo fenómeno se da en cualquier país occidental aún si no ha tenido una aristocracia en su historia o historia reciente.

(2) Todo esto se refiere, claro, a un ámbito cercano, nacional o, a lo sumo, europeo, es decir, interno.
Lo que sí sería interesante, es un estudio de la implicación de los Nuevos Aristócratas (especialmente en su faceta de gobernante) con las empresas multinacionales. El lector podría interesarse por las siglas “TPP” (Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica) y “TTIP” (Zona de Libre Comercio Transatlántica) ambos tratados de libre comercio multilateral, y para redondear “ISDS” (investor-state dispute settlement) o CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones).

[ La solución de disputas entre inversores y Estados es una disposición en los tratados internacionales de comercio y los acuerdos internacionales de inversión que otorga a un inversionista el derecho de iniciar el procedimiento de solución de diferencias contra un gobierno extranjero en virtud del derecho internacional. Por ejemplo, si un inversor invierte en un país el cual es miembro de un tratado de comercio, pero luego ese país incumple o se sale de ese tratado, entonces el inversor puede demandar al gobierno de ese país por incumplimiento.

Los opositores critican que las demandas inversionistas-Estado (o la amenaza de ellas) inhiben la capacidad de los gobiernos nacionales elegidos democráticamente a la hora de implementar las reformas legislativas y sus programas y políticas relacionadas con la salud pública, la protección del medio ambiente y los derechos humanos. También argumentan que los arbitrajes se llevan a cabo en secreto por abogados comerciales que obtienen ingresos de las partes y no tienen responsabilidad ante el público ni se les requiere tener en cuenta las Constituciones Políticas de los Estados ni normas tan elementales como los Derechos Humanos, que forman parte del ius cogens internacional. Además al no haber una instancia superior a ese arbitraje las decisiones del CIADI son inapelables e irrevisables, volviéndose en obligatorias para los Estados.

Otro de los argumentos criticados radica en la capacidad procesal activa no recíproca entre el ente público (el Estado receptor de la inversión) y el ente privado (la empresa inversora): solamente las demandas pueden ser planteadas desde la empresa contra el Estado y no viceversa.

El activista de derechos digitales, Joe Karaganis, ha descrito la normativa como "la soberanía de las multinacionales". Según el periodista Glyn Moody, el término "representa el surgimiento de la multinacional como un igual ante el estado-nación". Fuente: Wikipedia ]

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08 diciembre 2013

Fuera de guión.


Me confieso espectador asiduo del programa Salvados y aunque el de la semana pasada no haya sido el más impactante (aún estoy mascando el que le dedicó a las eléctricas o al accidente del metro de Valencia), me divirtió mucho el testimonio desinhibido de Ismael Clemente, experto en la compra de activos inmobiliarios para inversores internacionales, tan alejado del discurso oficialista que desde hace seis años venimos escuchando a políticos variados y formadores de opinión de este país. Cierto que ha habido intentonas por parte de algunos pero han sido precedentes tan pobres, chabacanos o demagógicos que sólo les ha servido para hundirse aún más en la miseria intelectual en la que están sumidos.

Y como que este blog es mío, me apetece publicar la entrevista (con permiso de la Sexta) porque me parece que aún a pesar de sus luces y sombras (todas las tienen) aporta una visión cuyos secretos a voces revitalizan un debate que estaba ya en vía muerta por falta de diversidad en las ideas (me refiero en los medios). Antes quise dejar pasar unos días para ver la reacción que, salvo aplausos y abucheos por un lado, cabreo generalizado de los que viven bajo el "paralelo 40" y el desconcierto de la derecha digital tan obtusa como siempre a la hora de interpretar lo que transcurre en un programa tan "rojo y sesgado" como Salvados, no he visto nada del otro mundo. Quizás es que le doy más valor de la que tiene.

En todo caso, agradezco esa franqueza fuera de guión de Ismael Clemente y la inquietud que demuestra Jordi Évole en cada programa por ofrecer testimonios tan valiosos que contribuyen a crear una visión poliédrica del drama de este país y que en cierta manera nos regala una pausa frente al bla-bla-bla cansino y machacón de los que cobran por opinar y opinan por cobrar.

Parte I

Parte II



"En España se tergiversa el sentido de las palabras, se llama empresario al que vive del BOE". "Gente que construyen empresas enormes pero basadas en el trato con la Administración Pública”

"Es muy fácil ganar un pesebre de votos" a cambio de dejar que "todo funcione de forma fraudulenta; por economía paralela".

“Si has intentado jugar a Robin Hood y hacer vivienda pública pero con fondos provenientes, no del contribuyente sino, de financiación exterior, el financiador te acaba pidiendo su pasta de vuelta”

“Eso, por desgracia, no le hace ningún bien a la gente; que la mantengan permanente engañada y bombardeada con mensajes positivos que son más falsos que Judas”.



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01 marzo 2013

Work, corruption and the new aristocrats.

By Joe Palmer.

Man having bath of headlines

Mankind’s most revolutionary invention was not tool-making, pottery, the wheel or even agriculture. It was work. Previously, people hunted or went hungry and, if their bellies were full, they stayed at home. Then some bright character, possibly the first politician, decided he wouldn’t hunt (except purely for pleasure) or grow vegetables (not even for pleasure) but would get someone else to do it for him. He had invented work! He had invented the exploitation of one human being by another. Instead of hunting and eating other people, it was far more efficient to put them to work. Since that day, human activity has revolved around creating new, ever more efficient systems to this end: the tribal system, feudalism, monarchy, capitalism, communism to name but just a few.

You will possibly object that work is not necessarily “exploitation” but “cooperation”, or even “specialization”, a means by which society satisfies its members’ needs and progresses socially, materially, technologically and artistically. But history doesn’t fully support such contentions: hunter-gatherers spent (and spend) less time and fewer calories producing their food and satisfying their needs than does the average office worker today. The great artists who painted the walls of the Lascaux caves thirty thousand years ago were not revered specialists, in life shown at the Tate and in death used (their works, that is) as a refuge for ill-gained capital. No, we’ve been taken for a ride. Work does not ennoble us or give us liberty, as we have been taught to believe. It does that for the chosen few who don’t actually work. And has done so for several thousand years: people have been made, by force or trickery, to produce a surplus for the dubious privilege of belonging to a complex stratified society in which they have maintained in great wealth and ostentation an aristocracy and, to a lesser degree, an armed force as well as a judicial system and a host of administrators whose primary task has always been to defend the interests of that aristocracy.

I’m not saying we don’t need leaders, scientists, schoolteachers, bankers, fulltime artists, judges and administrators: if we want to live as gregarious human beings, we do. I’m just trying to put the dots on the “i”s.

Technology is a fairly accurate measure of a society’s degree of “advancement” in so far that it is an indication of the individual’s subordination to the system. An example: when I was a lad, gypsies would come around selling the clothespegs they made. These were finger-thick twigs of ash, split halfway lengthways and with a little metal band nailed round them. A gypsy could probably make ten or twenty in an hour. Today, clothespegs are two bits of plastic joined by a spring and are possibly not touched by a human hand at all in their production and distribution. There is no pleasure or incentive for pride in the factory operators’ work. If we average things out, perhaps a thousand clothespegs represent a man-hour of work. This is what we call “productivity”: clearly a devaluation of human activity. Technology improves productivity, it devaluates work and destroys existing employment. The individual becomes even more dependent and, consequently, loses even more of his little store of freedom. Productivity (and its cousin competitivity) has nothing to do with added value.

I recently heard in the mouth of a trade-unionist the expression “democratization of work”. This is, of course, by definition, absolute rubbish. What has been going on for some time in parallel with the advance of technology, slowly at first then faster after the second world war and even faster in the last twenty or thirty years, is the democratization of the aristocracy. With the last visible members of the aristocracy little more than doddering relics and royal families suspect and diluted with dubious entrepreneurs’ blood, a vacuum at the top of the social pyramid has been created. And there has been a rush to cash in and, while it lasts, take advantage of the working man’s, and woman’s, surplus.

But trade-unionists are not the only ones to use the idea of “democracy” rather loosely. I also heard a politician cynically call elections the “celebration of democracy”. Today we mean by the term something like “government according to the wishes of the people”. We, the people, however, are characteristically loathe to express our wishes: little more than half of us turn out for elections; we tend to prefer others to form our opinions – after all, it is rather tiresome to consider all the implications of any particular course of action – so we delegate opinion-making to TV and the press and to the political parties and the politicians who are supposed to represent us. These latter, even if they were able to interpret the enormous mass of information they dispose of, are, of course, more preoccupied with filling and hanging on to the voids left by the demise of the aristocracy than with using that information for the benefit of the people.

I believe there has never been democracy in the sense in which we use it. Simply because it never meant that. Even in ancient Greece, “the cradle of democracy”, it was a euphemism for “government by the bosses”. Literally the word (demos + kratia) meant something like “power of the people” (sounds a bit like “dictatorship of the masses”, doesn’t it?) but those who participated in decision-making were precisely those who did not work, the aristocracy –“the best powerful people”, another Greek compound word – who lived off the surplus created by peasants, tradesmen, craftsmen and, especially, their slaves. Bertrand Russell said something to the effect that absolutism cannot exist without serfdom. But, in practice, all government is inevitably absolute to a certain degree whether it be by Luis XV, Greek democracy, a communist politbureau, the Pope, a parliamentary monarchy, a constitutional republic …, which probably means that we have to become reconciled to the idea that there will always be some degree of serfdom in organized human society, these days disguised as productivity and competitivity.

The other day, someone complained how his community’s wealth had been squandered and embezzled by politicians and their cronies, by quangos and by civil servants and administrators right down the line. One question is are these people consciously out to rip us all off? Have they set out to drain dishonestly the working man’s earnings into their pockets? I don’t think so. In the past you became an aristocrat by being born into an aristocratic family, i.e. your dad was one. Today you become one by climbing a steep, uncertain ladder in the Administration or, preferably, in a political party, until you are eventually accepted and awarded a “position of authority”. This climb requires a great deal of guile, but not necessarily intelligence, perseverance and total submission to the prevalent ideology and self-denying subservience to those already higher up. Once there, as a member of the New Aristocracy, you will be promoted from post to post until you pass your threshold of incompetence and there, just like your hereditary predecessors, you will be put out to grass, un-required to take decisions: these will be taken in your name and at your responsibility by un-named, unseen forces. In fact, the whole process seems designed to mold your mind to the assumption of being an aristocrat, one of the “best people”, and you really believe it. There is no better proof that this is so than the condescending absurdities uttered by government and party spokesmen, and spokeswomen.

The New Aristocrat, and the New-Aristocrat-in-the-making, receives a salary. Normally quite a good salary and once “in authority” a very good one. To receive a salary implies doing a job but aristocrats do not work for their money. Other people work to support them. In this way, the New Aristocrat is faced with a schizophrenic dilemma which he, or she, resolves quite simply by separating in his mind the work for which he is paid from what he sees as his due as an aristocrat, as personified by the post held. If party receipts are greater than party expenditure, then the difference is shared among the New Aristocratic party members. If he has the power to award a contract to a company, it is only natural that the company should show gratitude to the New Aristocrat for doing so. If travel expenses are paid, they are paid in virtue of the post and not for the work done and therefore should be paid even if no work is done and/or if members of the New Aristocrat’s family also travel. If he buys a piece of land cheaply, then sells it at a huge profit, he has incurred in no irregularity: the New Aristocrat (or in extremely sensitive situations perhaps his wife) has bought and sold the property. He as worker in the town hall has, disassociated from his “alter ego” as owner of the property, no more than signed the planning permission. And so on.

What the New Aristocrat is doing in each of these cases is clearly skimming off public money, i.e. the tax payers’ money, for his personal profit, avoiding, naturally, making it public or paying tax on it. To the man-in-the-street this is corruption but to the New Aristocrat there is, of course, nothing wrong in what he has done: it is his prerogative as an aristocrat, he is one of the “best” people, quite unlike the plumber who asks “With or without VAT?” or the man who claims a benefit he is not entitled to. These know they are “doing wrongly” while the New Aristocrat, if he sees anything censurable in his actions at all, only laments having them seen as part of his retribution for work and thus taxable. This peculiar vision explains the New Aristocrat’s insistence on only recognizing judicial sentences of guilt. The sin resides in being caught and, in any case, is quickly and understandingly quickly forgotten. Besides, there is always the possibility that the judge himself is climbing a parallel ladder or is already at the top of one.

Further evidence of this is notorious in national and international institutions.  Certain New Aristocrats -  if they have some knowledge of a field they are known as “technocrats -  are appointed “digitally” by their peers to positions of relevance in, for example, monetary organizations, or even to the office of prime minister of a disgraced nation, with total disregard for democratic procedure and their dubious past. That is as long as it only concerns financial questions.  Woe to the New Aristocrat who is caught with his trousers down!

It should be clear I do not like New Aristocrats and I do not approve of their corruption. But I believe they are not inherently wicked, only people who are mentally predisposed to climbing that ladder, just like teaching or scientific research seem to attract their specific types of person. In the past, society has turned on its abusive aristocrats and heads have rolled and families have been brought before firing squads. The aftermaths have been none too encouraging.

Joe Palmer,
February 2013.

"Productivity"

Baraka is a 1992 non-narrative film directed by Ron Fricke.



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08 febrero 2013

Mundo viejo

... sobre la casta política.

- Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tu comido las uvas tres a tres.

- No comí
- dije yo - mas ¿por qué sospecháis eso?

Respondió el sagacísimo ciego:

- ¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y tú callabas.


[Lazarillo de Tormes, anónimo, 1554.]





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15 agosto 2012

Donde rugen los volcanes.


sunset at sea seen from a ship, atardecer, mar, barco, isla de El Hierro

Cuando mi hijo tenía cinco años y tenía por héroe a Jack Sparrow, decidí recuperar la travesía en barco que yo había hecho mil veces (es un decir) a la isla de El Hierro y que por cuestiones prácticas ahora atajaba siempre en avión.

Después de tres horas de vuelo llegamos a media mañana al sur de Tenerife donde aprovechamos para comer con mi hermano mayor y su prole, a los que hacía años que no veía, y embarcamos a eso de las siete de una tarde apacible, de brisa fresca y mar calmo, definitivamente prometedora para quien no quiere ser agitado vilmente como un guiñol.

Subimos a bordo directamente a una sala de butacones llena de pasajeros pendientes de un par de televisores en los que se proyectaban las primeras escenas de Ice Age. Bieeen - me dije - una infantil. Pero mi hijo, indiferente al divertimento, señaló los ventanales:

- ¿Podemos salir? Quiero ver el mar.

- Chico, como si no lo vieras el resto del año... - disimulé orgulloso.

- Ya pero este es el Atláaaantico ¿sabes? - me contestó vacilón.

Así que salimos a cubierta a pasear su curiosidad infinita por cada condenada cosa que nos salía al paso mientras yo le correspondía con mi interpretación estelar de padre popeye.

El barco zarpó con un murmullo bronco y se deslizó majestuoso por las aguas calmas del puerto de los Cristianos hasta dejar atrás la escollera, y pronto tan sólo quedó la silueta y la falda iluminada de una isla en la que nací y viví con insana felicidad los primeros dieciocho años de mi vida. Una vez más, sumido en la nostalgia, evoqué en esta secuencia casi cinematográfica de la isla alejándose en la penumbra el símbolo de mi distanciamiento de una tierra en la que me siento cada vez más como un extraño y de la que me es imposible sacar balance de lo que perdí y gané marchándome.

Mi hijo, ajeno a estas emociones de folletín, me propuso subir a través de la escalinata exterior a la segunda cubierta donde repetimos el ritual de la inspección hasta toparnos con una escalinata más estrecha y empinada que la anterior. Por ella accedimos a una tercera cubierta que no era más que una explanada desierta de cuyo suelo de hierro pintado de verde emergían dos enormes chimeneas negras humeantes como dos volcanes. En un rincón se apilaban una docena de viejas y descascarilladas hamacas, probablemente restos de un tiempo en el que la gente viajaba sin prisas y sin temor de cocerse al sol. En medio de la cubierta había una de esas hamacas, pegajosa por el salitre, en la que mi hijo no hizo ascos para tumbarse. Panza arriba, cruzando los brazos tras la nuca, me dijo con gozo y todo farruquito:

¡Oh! Esto sí que es vida ¿eh, papá?

La frase me pilló como un imbécil con el brazo en alto buscando cobertura para llamar a su madre. Necesité unos segundos para analizar mi entorno y comprender lo que me quería decir. Cerré el móvil avergonzado y me tumbé junto a él. Y así, hombro con hombro, bajo el cielo raso, entre volcanes, encarados hacia América pero a tan sólo ciento setenta millas del Sahara Occidental y casi a ras del trópico de Cáncer, flotando insignificantes sobre los trescientos cincuenta millones de kilómetros cúbicos de Océano Atlántico, rodeados de calderones, zifios, rorcuales, cachalotes, delfines, abades, tiburones martillo, meros, pargos, tortugas boba y qué se yo qué más bichos, recuperé la capacidad de abstraerme. Y con ello disfruté, junto a mi hijo, del florecer de un millón de estrellas en el cielo. Una a una.


Najwa - Donde rugen los volcanes © 2012 WMG



II. Nada va a cambiar mi mundo


Evidentemente, esto de evadirse de todo y disfrutar del momento, es una regalía que todos nos hacemos de vez en cuando. Pero entenderlo como un ejercicio práctico y necesario para mantener el equilibrio mental es darle otra dimensión al asunto.

Creo que tomé conciencia de ello cuando tenía unos quince años. Eran carnavales, tenía novia y sólo cabeza para ella. Sin embargo, aquel año me tocó ir a la casa de campo en El Hierro, mano a mano a solas con mi padre. Una tarde, le estaba ayudando a hacer un experimento tipo injerto de un ciruelo en el tronco de un almendro, ya se sabe: pásame la cinta, ahora las tijeras, sujeta aquí, estate quieto con los pies no levantes polvo... Yo, muerto de aburrimiento, me resignaba al miércoles de ceniza mentando mi suerte, mala sombra que tengo, que de seis hermanos me tenía que tocar a mí, con la tremenda juerga que me podría estar corriendo ahora por las calles de Santa Cruz disfrazado de Montserrat Caballé. Vamos, una de esas noches antológicas de que las empezaba con una chica y me despertaba de amanecida en la playa enlazado a otra, sintiendo la angustiosa urgencia por palpar su sexo para comprobar que bajo los restos del maquillaje había efectivamente una chica. Cosas de carnavales. Aunque doy por hecho que esto fue posterior.

Ya está - interrumpió mi padre con su acento inglés - ya hemos hecho nuestra parte, ahora le toca a él. ¿Sabes? – me dijo señalando la tísica ramita de cuatro hojas sujeta con cinta negra de electricista a una herida en cuña hecha con mucho arte en un tronco ciego – en la naturaleza hay momentos en que todo se reduce a dos opciones: vida o muerte, así de simple y así de cruel. No hay término medio, no hay dinero que valga, ni amigos, ni fiestas, ni novias...

Me la suda un pimiento
- me dije mordiéndome los labios. Pero mi subconsciente, que es más viejo que yo, dijo trae para acá que ésta me la guardo yo. Porque son de esas frases aparentemente sin trascendencia alguna que sin embargo, con el tiempo, se apuntalan como marcas de referencia en el kilometraje de la vida.

Son muchas las veces que me ha venido a la cabeza y la he reinterpretado, simplificando al límite el momento, eliminando lo superfluo, lo secundario, mis preocupaciones, mis paranoias, lo que no está presente para centrarme en disfrutar lo que estoy viviendo. Lo mismo jugando con mis hijos en el sofá y olvidar que llevo cincuenta horas trabajando sin dormir y que mañana tengo que entregar un proyecto, como dormitando el poniente sobre el ombligo de mi mujer en una playa del Mediterráneo, o deambulando perdido por las calles de Hong Kong. Cuando no hay pasado, no hay futuro ni prima de riesgo ni miedo, la vida se revela rica, plena de matices. Y si algún incauto viene a estropearme eso poco, mendigándome que trabaje más por menos, que me conforme con nada, que reponga la hucha que vaciaron otros, juro que le marcaré el camino de vuelta a collejas. Por insolente.


Fiona Apple - "Across the Universe" (John Lennon), 1998.



III. Se acabó el cheque en blanco: quiero contrapartidas


Y el caso es que últimamente no funciono bien, he llegado a un punto en el que me cuesta mucho evadirme de esos delincuentes metidos a políticos que nos dividen en comparsa o en estorbo según les conviene. De los que se valen de la democracia como parapeto para condenar la protesta y la crítica como si no supieran que éstas son precisamente la forma genuina de hacer democracia y además un deber civil.

Me cuesta abstraerme de los que dicen que eso da mala imagen al país, cuando de sobra saben que la imagen del país ya se fue al carajo cuando dos gobiernos consecutivos y un puñado de autonomías jugaron con las cifras del déficit, cuando los bancos falsearon sus balances para tapar los pufos de sus tejemanejes con la administración pública, las promotoras inmobiliarias y la financiación de partidos. Cuando, mientras en Italia su Ministra de trabajo, Elsa Fornero, rompía a llorar al pedir sacrificios a la ciudadanía, aquí un puñado de diputados desalmados vitoreaban el enésimo paquete de recortes sociales anunciado por un presidente atónito ante lo que estaba presenciando (eso quiero creer), todo ello rematado con el “quesejodan” que le viene de estirpe a una mentecata y sus cinco minutitos de gloria.

Me cuesta abstraerme de toda esta peculiar raza de representantes en el exterior que venimos padeciendo desde hace lustros, bravos hasta el ridículo en cuanto pisan Latinoamérica pero que, inexplicablemente, sufren un complejo de inferioridad pavoroso en los consejos europeos y así, gracias a ellos, nos tenemos que aguantar que un holandés nos ningunee. Son los mismos que nos venden barato a una Bruselas que no es más que un cementerio gigante de políticos venidos a menos, burócratas gagás, expertos en legislar el calibre de un pepino pero incapaces de hacer valer Europa como referencia en el mundo y cuyos dirigentes actúan sin legitimidad democrática alguna, sometidos a un banco central tan nefasto como el perro del hortelano porque ni hace ni deja hacer.

Me cuesta abstraerme de los que dicen resignados que nuestra deuda está sometida a los especuladores como si éstos fueran entes gaseosos o conspiradores en la sombra. Como si no fuese posible ponerle nombre y coto a esos “cuatro” grandes fondos bajistas que mueven ingentes cantidades de títulos, capitalizados no sólo por inversores o los “inocentes” fondos de pensiones sino también por el dinero proveniente del tráfico de drogas, de armas, la trata de blancas y el blanqueo de capitales, previa parada técnica en los  paraísos fiscales que ningún gobierno de ningún país se atreve a meter mano. Por algo será.

Me cuesta abstraerme la irresponsabilidad de los grandes titulares del desastre de los medios de comunicación nacionales e internacionales, cuya actitud durante esta crisis pasará a la historia por su dudosa independencia y su sospechosa contribución, o al menos complicidad, en la difusión del terror como base para abrir paso a una cultura en la que todo vale a cambio de un puesto de trabajo, sean las condiciones que sean.

Me cuesta olvidar esa imagen del anterior presidente del gobierno y su pomposa reunión con los treinta y siete representantes de la gran empresa con el fin de recuperar la imagen española en los mercados internacionales. Como si no supiera que estos y otros pocos, tan dados al lagrimeo fácil y a pedir mano dura, según trascendió de la reunión, representan nada menos que el 72 % de la evasión fiscal del país. Hubiera sido impagable la asistencia también de algún técnico del Ministerio de Hacienda para bajarles los humos y recordarles a la cara que no se puede pretender ser Alemania teniendo la conciencia fiscal de Tanzania.

Y mientras, en la calle, se ignora y acalla a los millones de autónomos y pymes que representan el 99% de la empresa en este país, que generan el 90% del empleo y el 62% del PIB, muchos de los cuales, ahora mismo se están jugando literalmente su patrimonio por mantenerse y evolucionar en un mercado tremendamente hostil y en continua caída libre.

Me cuesta abstraerme de los que, en su soberbia, nos desafían disparando peligrosamente a su propia línea de flotación fomentando el enfrentamiento entre colectivos que precisamente sostienen el PIB nacional: ahora los funcionarios resultan ser todos unos vagos sobrevalorados y con demasiados privilegios, los autónomos y las pymes somos todos unos explotadores, defraudadores y evasores fiscales, los asalariados unos caraduras apalancados y sin vocación y los parados... los parados mejor ni nombrarlos. Por supuesto que abundan piratas y maleantes, por supuesto que hay que acabar con la economía sumergida y el fraude fiscal, por supuesto que las pymes deben reducir su apalancamiento financiero, pero se predica con el ejemplo y si hay que hacer una criba ésta debería ser de arriba hacia abajo y no al revés. Pues de sobra saben que si los cargos políticos y empleados públicos de libre designación cobrasen acorde a su productividad y honestidad, muchos se quedarían fuera del sistema inmediatamente.

Pero lo que ya me quita el sueño es oír a los que entonan machaconamente el dichoso mantra de “es que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” lo cual no más que una trampa por socializar las culpas de este desastre y así perpetuar un ecosistema por el que han campado impunes durante años.

No, no lo hemos hecho, al menos la gran mayoría: por ahora, sólo un nueve por ciento han calculado mal sus posibilidades (9% tasa de morosidad de empresas y familias a los bancos o 3% morosidad hipotecaria de las familias) y lo están pagando caro, algunos demasiado caro. Cosa que, por lo visto, no les va a ocurrir a los muchos responsables de haber malgastado el dinero público en regalías, frivolidades, representaciones, plusvalías, comisiones, compras y contratas públicas por un valor muy superior al real en el mercado y por supuesto, cómo olvidarlo, en los mamotretos arquitectónicos ahogados por sus propias derramas, imposibles de mantener y aún menos de justificar.

Como la mayoría, estoy dispuesto a contribuir y a partirme la espalda trabajando para mejorar las cosas, pero no lo creo muy pedagógico si esto fuera a cambio de nada. Esto no es un cheque en blanco, quiero contrapartidas: quiero una justicia que funcione, quiero que se depuren responsabilidades de una vez por todas, quiero eficiencia política, quiero productividad política, quiero seriedad política, pido autocontrol político. Quiero que se esfuercen en impulsar una Europa mucho más cohesionada, fuerte, justa, abierta y sometida a la participación ciudadana. Quiero que se reduzca considerablemente el lastre de su carísima burocracia y que deje de ser el paraíso de los lobbies y los mangantes transnacionales en donde se conciben y aprueban leyes a espaldas de sus conciudadanos. Quiero que el BCE deje de ser la extensión económica de un país y que su presidencia esté a salvo de faroleros de dudosa procedencia (Trichet – Escándalo del Crédit Lyonnais, Draghi - Goldman Sachs y la deuda griega). De vuelta a casa, quiero que se acabe el desprecio de las medias verdades, el silencio corporativo de la clase política que los hace a todos cómplices de los delitos de unos muchos, pido que dejen atrás las rencillas heredadas de un pasado que muchos ni siquiera han vivido, quiero que dejen de estar rezagados y se incorporen de una vez por todas al siglo XXI. Pero sobre todo pido que se nos tenga un respeto.

Ya que vamos a seguir conviviendo juntos, hagámoslo pues de la mejor forma posible.


Ane Brun - Do You Remember del álbum It all starts with One (2011) / corto "ONE" /director Magnus Renfors


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17 junio 2011

De Gil Scott-Heron al 15M (pasando por Villarobledo)


Gil-Scott-Heron-15M

En estos tiempos de chaveta en los que unos protestan y otros protestan porque aquellos protestan. En estos tiempos en que todos gritan y nadie se hace el entendido, se agradecen los detalles que aportan algo de serenidad como este tema de Gil Scott-Heron.

Algunos dicen que la hemos fastidiado que estamos vendidos y no tiene arreglo. Otros dicen que sí, que la revolución es el medio, y otros dicen que nanay, que por aquí, que están muy bien como están y eso lo van a defender.

Venga ya, seamos honestos: el bien común, sea cual sea, es una generalidad que siempre esconde injusticias particulares. No se trata de cambiar el mundo, ni tú ni yo lo vamos a conseguir, de lo que se trata es de crear un contexto adecuado para ello. Para que lo haga con naturalidad, sin estridencias, suave e imparable. Y eso empieza por pequeños actos personales, por ejemplo, ser coherente con uno mismo. Apaga la tele y la radio, vacía los estadios de fútbol, regálale tu play al vecino, no compres prensa y esquiva los grandes bancos. Verás como eso sí tiene efecto.

No importa lo lejos que hayas ido, siempre puedes dar media vuelta y volver al principio para verlo todo con nuevos ojos.


I did not become someone different
that I did not want to be
but I'm new here,
will you show me around.

No matter how far wrong you've gone
you can always turn around.

Met a woman in a bar
Told her I was hard to get to know
and near impossible to forget
She said I had an ego on me
the size of Texas

Well I'm new here and I forget
does that mean big or small?

No matter how far wrong you've gone
you can always tourn around

And I'm shedding plates like a snake
and it may be crazy but I'm
the closest thing I have
to a voice of reason.

Turn around, turn around, turn around,
and you may come full circle
and be new here again.


[I’m New Here]
Gil Scott-Heron, 2010.




Gil Scott-Heron, falleció el pasado 27 de mayo a los 62 años de edad. Fue escritor, poeta, cantante y compositor con un mensaje profundo y marcado por la denuncia social y política. Ejerció una fuerte influencia sobre la cultura y música afroamericana. Muchos lo consideran el padrino del rap por su estilo, en los años 70, de interpretar las canciones habladas (spoken word). Temas universales son The Bottle y Revolution will not be televised.
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26 enero 2010

El puerco, el intruso y el escáner 2010

Ando este mes buscando por si hay indicios de que, con el 2010, llega por fin el Siglo de las Luces, las luces para nuestras Señorías, pero va a ser que no, que seguiremos igual. Me descojono leyendo que Francia busca la forma de revender las millones de dosis de Tamiflú que les colocaron unos trileros, y España a la par, no se diga que estamos a la cola de todo. Y si no salen más países es por lo bochornoso de la situación.

El 8 de diciembre de 2009, en un artículo sobre el carácter grave o benigno de la «pandemia mundial» de H1N1, el Washington Post mencionaba que:
«al alcanzar su apogeo en Estados Unidos la segunda ola de infección del H1N1, los principales epidemiólogos prevén que esta pandemia pudiera ser una de las más benignas desde que la medicina moderna viene documentando las epidemias de gripe.» http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article
Al final resultará que para maquillar un poco el asunto se inclinarán por la opción de donar las vacunas a los Sistemas sanitarios y ONG en África, aplauso clamoroso de todo figurín que se basa en un tópico para justificar una causa. Como si una gripe marrana de 4 días fuera una prioridad para un continente diezmado por la fiebre amarilla endémica, meningitis, malaria, dengue, cólera, hepatitis y de guinda los fallecimientos masivos por intentar combatirlas con antibióticos y otros medicamentos falsificados en la India y colados desde el mercado negro a los Sistemas de Salud, datos que fijo que la OMS disimula metiéndolos dentro del cómputo de decesos por SIDA ( esto lo sugiero yo) como hace con otros parámetros ( véase lo que cuenta algún médico conspiranoico en: http://www.dsalud.com/numero21).


Tecleé con ganas el guguel hace un par de semanas para ver si encontraba algún acto de conciliación, yo que sé, una declaración tipo: Cóño, Margarita (Chan), nos hemos pasado un rato! Y los medios a la par, que en el XXI siécle se han reconvertido en los voceros del desastre planetario. Una duda, una autocrítica aunque sea en letra pequeñita, que todos sabemos que la prensa libre, ordenada y objetiva de hoy en día los grandes titulares se los reserva para los menesteres de Belén Esteban & Co. Nada, lo que me encontré y por otros lares (http://www.voltairenet.org) fue esto:

Gripe A y corrupción en la OMS por F. William Engdahl


Lo llaman «Dr. Flu» (Doctor Gripe). El profesor Albert Osterhaus es el principal consejero de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante la pandemia de gripe H1N1. Venía prediciendo desde hace años la inminencia de una pandemia global y lo que hoy sucede parece estar dándole la razón. Pero el escándalo que ha estallado en los Países Bajos y que está siendo tema de debate en el parlamento ha puesto de relieve los vínculos personales del profesor Osterhaus con los laboratorios que fabrican las vacunas que él mismo prescribe en sus recomendaciones a la OMS.

F. William Engdhal nos relata cómo un experto poco escrupuloso ha logrado manipular la opinión pública internacional, sobredimensionando el impacto de la gripe H1N1 y enriqueciendo así a los laboratorios que le pagan a él. Durante el transcurso de este año, el parlamento de los Países Bajos [1] abrigaba sospechas sobre el famoso Dr. Osterhaus y había abierto una investigación por conflicto de intereses y malversación. Fuera de los Países Bajos y de la prensa de esa nación, sólo unas pocas líneas publicadas en la respetada revista británica Science mencionaron la sensacional investigación sobre los negocios del Dr. Osterhaus. [...]

[...] Un análisis más profundo del expediente Osterhaus deja entrever que ese virólogo neerlandés de fama internacional pudiera ser el eje de una estafa de varios miles de millones de dólares montada alrededor del riesgo de una pandemia. Se trataría de un fraudulento sistema en el que vacunas no sometidas a los necesarios procesos de ensayo estarían siendo utilizadas en seres humanos, lo cual conlleva el riesgo –cosa que ya ha sucedido– de provocar serias secuelas, como graves parálisis e incluso la muerte.

Albert Osterhaus no es un individuo cualquiera. Se trata de un científico que ha desempeñado un papel en todas las grandes olas de pánico que se han desatado debido a la aparición de virus, desde las misteriosas muertes imputadas al SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en Hong Kong, donde la actual directora general de la OMS Margaret Chan promovió su carrera como responsable de la salud pública a nivel local.[...]
-Más adelante el artículo sigue así:
[...] Durante el último decenio la OMS creaba las llamadas «alianzas entre los sectores público y privado» con el objetivo de incrementar los fondos a su disposición. Pero en vez de recibir fondos provenientes sólo de los gobiernos de los países miembros de la ONU, como estaba previsto al principio, la OMS recibe actualmente de las empresas privadas cerca del doble del presupuesto que habitualmente le otorga la ONU en forma de becas y de ayudas financieras.¿De cuáles empresas privadas provienen esos fondos? De los mismos fabricantes de vacunas que se benefician con decisiones oficiales como la adoptada en junio de 2009 sobre la urgencia pandémica de la gripe H1N1. Al igual que los benefactores de la OMS, los grandes laboratorios tienen sus entradas en Ginebra con derecho a un tratamiento de «puertas abiertas y alfombra roja».

En una entrevista concedida al semanario alemán Der Spiegel, un miembro de la Cochrane Collaboration, una organización de científicos independientes que evalúan todos los estudios realizados sobre la gripe, el epidemiólogo Tom Jefferson, señalaba las consecuencias de la privatización de la OMS y de la comercialización de la salud. Cuando se le preguntó si la OMS había declarado la urgencia pandémica de forma deliberada con el propósito de crear un inmenso mercado para las vacunas y los medicamentos contra el H1N1, Jefferson respondió:

«¿No le sorprende a usted que la OMS haya modificado su definición de la pandemia? La antigua definición hablaba de un virus nuevo, de rápida propagación, para el que no existe inmunidad, y que provoca una alta tasa de enfermos y de muertes. Hoy en día esas dos últimos parámetros sobre las tasas de infección han sido suprimidos y fue así como la gripe A entró en la categoría de las pandemias.»

Muy juiciosamente, la OMS publicaba en abril de 2009 la nueva definición de la pandemia, justo a tiempo para permitir a la propia OMS, siguiendo los consejos provenientes, entre otros, del SAGE, del «Señor Gripe» (alias Albert Osterhaus) y de David Salisbury, calificar de urgencia pandémica varios casos benignos de gripe, rebautizada como gripe A H1N1.

Igor Barinov, diputado ruso y presidente del Comité de Salud de la Duma [Parlamento ruso. NdlR.], exigió a los representantes rusos ante la OMS acreditados en Ginebra que gestionen una investigación oficial sobre los numerosos indicios de la corrupción masivamente aceptada por la OMS y proveniente de la industria farmacéutica. «Se han hecho graves acusaciones de corrupción contra la OMS», afirmaba Barinov, quien agregó que: «Debe organizarse una comisión internacional de investigación lo antes posible».
Para leer el artículo completo, que es largo pero muy interesante, enterarse cómo se financia la SAGE (Strategic Advisory Group of Experts), ESWI (European Scientific Working group on Influenza) principales consejeros de la OMS, y quién más esta metido en el ajo y de paso contrastar las fuentes del artículo, ver: http://www.voltairenet.org/article163354.html#nb14

Puede que voltairenet.org (que se autodefine como una red de agencias de prensa y varios sindicatos de periodistas profesionales no alineados) suene a sitio conspiranoico pero, precisamente esta semana, XL Semanal también ha publicado un artículo en esta misma dirección: El gran fiasco de la Gripe A, firmado por Carlos Manuel Sánchez http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo y una entrevista al Presidente de la Comisión de Salud del Consejo de Europa, Wolfgang Wodarg: «La gripe A ha sido el negocio del siglo». http://xlsemanal.finanzas.com/web/articulo

Quizás esta anécdota, extraída del artículo de voltairnet.org, sugiera mejor que nada la situación:

En 1923, Louis Jouvet interpreta "Knock o el triunfo de la medicina", obra de teatro de Jules Romain. Un médico inescrupuloso se instala en un pueblecito de la campiña francesa, logra convencer a todos sus pobladores de que están enfermos y les prescribe tratamientos inútiles, costosos y a veces peligrosos. En 1933, la obra se convierte en un largometraje. En ella aparece una frase que se hizo célebre: «Las personas saludables son enfermos que ignoran que lo son».
Si ya me tenía mosqueado que le hubiesen entregado un Príncipe de Asturias a finales de año a la OMS, más lo estoy después de leer lo que dice Chan en http://fundacionprincipedeasturias.org/premios/2009. Sobre todo teniendo en cuenta de que se venía cociendo desde hace tiempo y no es la primera vez sino la tercera que nos la juegan: SARS, gripe aviar y ahora gripe A. ¿De donde salen todos estos expertos que hacen de jurado, de consejos de sabios paras las instituciones?. Un malpensado diría que esto es una maniobra precipitada para correr un tupido velo antes de que la cosa tuviera eco, vamos algo como apuntalar una institución que va a sufrir una zozobra.

Yo que soy un buen pensante creo que hay un fondo pedagógico en todo ello. A veces, cuando mi hijo de cuatro años se porta mal y me busca las castañas, en vez de recriminarle voy, le abrazo y le felicito por algo que hizo bien en otro momento. El pobre, que no esperaba esta reacción, se queda pasmado 3 segundos y luego cambia radicalmente de actitud. Recordarle la recompensa que supone el reconocimiento por sus buenos actos es mano de santo. Trasladándolo al tema, podría ser algo así, pero... no tengo tan claro que una palmadita le pueda a un cheque. Hablamos de otra división.

Quizás la misma intención esté detrás de la entrega del Premio Nóbel de la Paz a Barack Obama (para mí, otra perogrullada del 2009) vale que su elección supuso toda una esperanza después de la inexplicable era Bush pero con el flipe se han pasado un rato... a no ser que el objetivo de esta distinción fuese el comprometerle a cumplir con sus promesas electorales y de paso darle un espaldarazo internacional. En todo caso creo que es la primera vez que se entrega un Nóbel a un programa electoral. Fascinante como evolucionan las cosas.

Hablando de presidencias, fascinante también ha sido el estreno web de España para la presidencia rotatoria de la UE:


Hi there (El intruso)

Al final resultó ser que un gracioso avisó del supuesto ataque al portal a un reportero vía email. El periodista en cuestión entró al trapo y en vez de acudir a la página por sus propios medios lo hizo a través del enlace que traía el mensaje. Fue a parar a una página de inicio falsa (un duplicado o pantallazo) tragándoselo todo con patatas y publicándolo al día siguiente en la prensa. Así de fácil, para fiarme de ella.

Y aunque según nos cuentan algunos expertos el pantallazo fue posible debido a que los responsables del desarrollo ignoraron un agujero básico en la seguridad (la vulnerabilidad del código fuente XSS ¿...?) lo cierto es que el tema nos sirvió para enterarnos que el Gobierno le había aflojado a Telefónica 11,9 millones de euros por el desarrollo, seguridad, contenido y mantenimiento del site aparte de los demás servicios de data / voz durante los actos de la presidencia.


Otro que va a salir caro va a ser la nueva estirpe real que se han inventado en Brusselas: tachaán! Ladis y señoritos: el Presidente del Consejo Europeo. Mr. Herman Van Rompuy.

Digo estirpe real porque supongo que sus obligaciones serán similares a la de un rey o un presidente en caso de una república, y porque además no lo hemos votado nadie en esta Europa súper-superdemocrática. Es de generación espontánea. Los próximos meses va a tener mucho trabajo debatiendo si intervenir internet y con lo de si escanear Europa entera. Nadie se alarme que es por su... (perdón) nuestra seguridad.


De generación espontánea a combustión espontánea y escáneres 2010.
Nos pongamos como nos pongamos los aviones seguirán cayendo, sea por cúmulo de circunstancias (técnicas-atmosféricas), sea por secuestro o terrorismo, sea porque se alargue la vida útil de los mismos más de lo razonable vendiendo chatarra a terceros países, sea porque las compañías para ahorrar costes se pasen por el forro los presupuestos de mantenimiento, sea porque no existe la máquina perfecta, el piloto perfecto, el controlador perfecto o el mecánico perfecto.

Algo que me intriga mucho es que en el 90% de los casos de accidentes en transportes de colectividades es que el culpable es siempre el muerto. El único al que no puede defenderse, qué casualidad.

Lo que no es de recibo es que por culpa de unos errores garrafales en los servicios de información acabemos pagando quienes usamos con cierta frecuencia el avión (Véase Comisión 11S, o los últimos datos sobre la intentona con el avión de Detroit). Es el antiprogreso: viajar nos cuesta cada vez más tiempo, más fuerza de voluntad y muy pronto posiblemente también la salud. ¿Qué será lo próximo? ¿El chip al cuello? Si los USA quieren hacerle una eco a todos los que vayan para allá, pues estupendo yo no me quejo, pero don German Vanrompoy y señores Ministros del Interior no nos lastren ustedes los vuelos inter-europeos y mucho menos los domésticos.

Tengan sus Excelencias un poco de voluntad. Manténganse fuertes por nosotros, aprendan de lo visto, no cundan ante la histeria de la prensa y cultiven su escepticismo hacia aquellas amenazas mundiales especialmente si vienen acompañadas de la necesidad del avituallamiento de un producto cuya patente y producción está en manos de una, dos, tres o cuatro multinacionales.

Así la partida para los escáneres podrían destinarla a habilitar salas VIP para todos. Ya que nos fastidian por un lado pues que nos compensen por otro. Los servicios de muchos aeropuertos son inhumanos, trasnochados y no deberían haber pasado en estas condiciones al siglo XXI, especialmente para quienes hemos tenido que pasar una noche en ellos. El aeropuerto de Hong Kong y algunas de las nuevas terminales del Charles de Gaulle son la excepción entre los pocos que conozco.

Y puestos a pedir, a la Guardia Civil les rogaría que aplicasen todas las de la ley a esos periodistas que hacen el payaso colando cutters en los aviones para demostrar que aún no se nos fastidia lo bastante para su gusto. Me acuerdo muuucho de sus parentelas (la de estos periodistas) cada vez que me pita y tengo que hacer el paripé con los brazos en cruz, portátil en una mano, HD en la otra, tarjeta y pasaporte en la boca, mochila y chaquetón entre las piernas, los pantalones sin cinto por la rabadilla y de guinda los agujeros de mis calcetines expuestos al público.

Para ilustrar lo dicho, yo, que creo tanto en las conspiraciones que hasta he empezado a conspirar contra mí mismo, me viene al dedillo esta sátira de Javier Cavanillas para el Mundo y que se titula así:
De Detroit a Yemen
Decía el profesor Mark Fender en su libro 'Conspiracy Theories' que a los conspiranoicos no hay que creerles pero hay que escucharles. Estos días, motivos para hacerlo no faltan. Si yo lo fuera diría que el fallido atentado del vuelo Ámsterdam-Detroit ha demostrado que la seguridad aérea no ha sido un fracaso sino todo un éxito. Los conspiranoicos, que están chalados, dirán que ha cumplido el objetivo: crear más miedo y favorecer un más que injustificado aumento de la inseguridad aérea entre los pasajeros.[...]
Para no perdérselo, se puede seguir leyendo aquí: http://www.elmundo.es/

Así que, visto lo visto, por mi parte, tarareando aquello de Mick Jagger: ...take me to the airport / And put me on a plane / I got no expectations / To pass through here again...
...creo que me voy a dedicar a la agricultura Zen. Stay safe my friends.

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